REVELANDO LOS PATRONES QUE SUBYACEN A LOS ERRORES COTIDIANOS - Y CÓMO ROMPERLOS
Los errores, incluso los más pequeños, tienen un impacto en su vida mayor de lo que probablemente cree. Y es que cada uno de nosotros comete, como mínimo, docenas de errores al día. No se trata de ser alarmista: los psicólogos Michael Frese y Nina Keith señalaron en la Annual Review of Psychology de 2015 que "la mayoría de las personas cometen aproximadamente entre dos y cuatro errores por hora en cada tarea que realizan".
Otra estadística que para muchos puede ser una revelación: más del noventa por ciento de los percances están causados por acciones propias, según el análisis de más de 400 informes de incidentes realizado por SafeStart. Así que, siendo cada uno de nosotros causante de muchos más errores de los que generalmente comprendemos, ¿hay algo que podamos hacer al respecto? ¿Existen patrones reveladores que ayuden a reparar el daño causado por el error? Sí, los hay: de hecho, la inmensa mayoría de los errores se producen cuando nuestro cuerpo o nuestra mente se encuentran en uno o varios de estos cuatro estados, todos los cuales le resultarán familiares:
Incluso un breve periodo de autocontrol revelará la verdad de este flujo de "estado a error". Caemos en esta trampa cognitiva todo el tiempo.
Y los mayores errores suelen producirse en momentos que parecen de poco riesgo cuando, al estar en uno o varios de estos estados, dejamos de prestar la debida atención a lo que estamos haciendo. A veces asumimos que lo inesperado nunca podría ocurrir: "¡Ya sé lo que hago!", nos decimos, y seguimos adelante sin controlarnos.
La verdad es que cuando entramos en modo de piloto automático, nos cuesta un esfuerzo darnos cuenta, incluso en los mejores momentos.
EVALÚE-SU-ESTADO
La buena noticia es que conocer esta causalidad nos permite obtener una ventaja real en nuestra vida cotidiana, una ventaja que aumentará enormemente nuestra satisfacción y nuestro rendimiento general.
Como sabe cualquiera que haya creado un nuevo hábito, el truco está en convertir una toma de conciencia en un reflejo, de modo que cada vez que uno de estos estados entre en la mezcla reaccionemos de forma inteligente, cortando así el vínculo en el que prosperan los errores.
Construir el reflejo es simplemente una cuestión de práctica; en este caso, práctica para tomar una instantánea de nuestros estados mentales y corporales, en efecto, calificar nuestros estados.